¿Por qué necesitamos un nuevo dinero?

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¿Por qué inventar un nuevo dinero si nuestros dineros oficiales parecen hacer el trabajo?

Porque nuestro sistema monetario convencional está en la raíz de la mayor parte de la miseria, el sufrimiento y los problemas que enfrenta la humanidad. También es el principal factor detrás de las crisis ambientales que enfrentamos.

Los sistemas monetarios que usamos no son servicios neutrales e imparciales proporcionados por nuestros gobiernos. Son un 'servicio' proporcionado por instituciones financieras privadas (bancos) específicamente para su propio beneficio en lugar de para quienes los utilizan. Nuestros sistemas monetarios convencionales solo funcionan para quienes ya tienen dinero y marginan al resto. También son el combustible que impulsa el imperativo de crecimiento de nuestras economías, obligándonos a competir y teniendo consecuencias desastrosas para la salud de nuestro planeta.

El principal problema con el dinero convencional es que 'existe', o al menos se nos anima por los bancos comerciales a creer que existe para que puedan 'prestárnoslo' a un precio. Como tal, debe ser creado, distribuido y su cantidad restringida y controlada. Dado que el dinero entra en existencia cuando los bancos comerciales otorgan préstamos, cada unidad en existencia se basa en una unidad de deuda. Esto determina la cantidad de dinero, que no tiene nada que ver con la cantidad de dinero que la gente necesita para vivir dignamente. Este dinero también se basa en la especulación, porque se presta bajo la premisa de que se devolverá en el futuro con intereses.

A pesar de su moderna apariencia electrónica, nuestros sistemas monetarios convencionales son un vestigio de la historia. Son el equivalente moderno del ganado o el oro. El sistema monetario basado en deuda se desarrolló para la revolución industrial con el fin de proporcionar una oferta monetaria en rápida expansión que no podía ser proporcionada por un sistema de dinero basado en la cantidad de metales preciosos. Esto introdujo dinero intangible que no existía de la misma manera que los antiguos dineros 'duros', pero la gente siguió tratándolo como una mercancía negociable. El dinero que 'existe' puede, por lo tanto, acumularse como cualquier otra mercancía. También se puede robar, comerciar, coleccionar, destruir y perder. Su distribución no se basa en la entrega de valor a los demás, sino en la capacidad de las personas para 'hacer dinero'. El dinero convencional no tiene restricciones y siempre fluye lejos de donde se crea y se necesita, hacia los 'centros de dinero'.

El CES rompe con este paradigma al reconocer que la revolución electrónica ha eliminado la necesidad de un medio de intercambio. Nunca antes en la historia de la humanidad había sido posible registrar con precisión quién entrega valor a quién. Ahora que esto es posible, ya no hay necesidad de un dinero 'existente'; el dinero finalmente puede medir verdaderamente la entrega de valor y basarse en nada más que el esfuerzo de las personas para los demás. El dinero es información, una unidad de medida, no una cosa.

Si el dinero no necesita existir como una cosa, no tiene que ser creado ni distribuido. Las personas ganarán dinero únicamente en función de su entrega de valor a los demás, no a través del cobro de intereses, comerciándolo en mercados de dinero ni de una multitud de otras formas sin entregar nada de valor real.

El dinero que no existe nunca podrá estar en escasez, pero nadie podrá tener más de él que el valor que pueda entregar. Nadie podrá tomar más del producto social de lo que contribuye a él, como ocurre con nuestro sistema monetario actual. La riqueza permanecerá donde se crea y se necesita, y no se filtrará hacia los 'centros de dinero'.

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